Puede resultar una tarea de lo más fácil sorprender a un paladar como el mío poco acostumbrado a sabores exóticos, a creaciones de alta cocina y a visitar restaurantes con estilo. Sin embargo, no resulta fácil convencerme de la grandeza culinaria que esconde un lugar si los platos no son lo suficientemente saludables como para que una mente como la mía, volcada en difundir y generar una buena conciencia nutricional pueda disfrutarlos.
Centeno es la nueva propuesta gastronómica en el Centro Comercial Vialia de Rafa Centeno, el único chef con estrella Michelin de Vigo con su restaurante Maruja Limón. Un espacio divertido y desenfadado donde disfrutar de un cocina verde con tendencia flexivegetariana en cualquiera de sus dos ambientes, restaurante y café donde prima la comida “fast food” pero “healthy”.
Lo cierto es que la experiencia apuntaba a ser especial no solo por las altas expectativas que generadas por las redes sociales desde la apertura de Centeno, si no porque la compañía con la que compartía mesa esa noche, era excepcional. Nada más entrar en Centeno, sorprende la elegancia informal de una cocina abierta en la que ves a todo el personal trabajar con delicadeza en cada plato y la belleza e intimidad que dan a cada mesas las luces tenues. Sin duda, mi primera estrella se la ganaron al situarnos en una mesa redonda, amplía, cómoda y perfecta para disfrutar de vernos las caras entre todas mientras degustamos algunos de los platos que conforman la carta basada en la cocina “verde” de Centeno.
La segunda gran sorpresa de la noche, llegó con la carta de bebidas. Vino, cerveza, refrescos orgánicos, infusiones, zumos y, la tan aclamada bebida por excelencia de los foodies lovers, la kombucha, la cuál fue mi elección.
Cinco platos fueron los elegidos para hacer las delicias de nuestros paladares durante la velada. Cinco platos nombrados con la simpleza de verduras y hortalizas cuya complejidad se escondía en su descripción y elaboración. Calabacín, Tomate, Remolacha, Huevo y Coliflor.
Diré que desde la primera lectura de la carta, tuvimos claro que Tomate y Huevo, ambos platos con estrella en el Maruja, eran decisiones inamovibles. La elección de los platos Calabacín y Coliflor fueron promovidas por la curiosidad que despertaron en nosotras sus descripciones y el quinto, Remolacha, fue una recomendación de la casa tremendamente acertada.
Prácticamente sin esperar llegó a la mesa el primer plato, Tomate. “Un plato de tomate confitado, queso del cebreiro y maíz tostado, todo ello escondido entre hojas verdes”. A primera vista el plato brillaba por su ausencia de rojo, de tomate y de todos los ingredientes que conformaban la descripción del plato. Sin embargo, al primer bocado comenzó la fiesta de sabores en el paladar. El sabor del tomate recordaba al de una mermelada sutil con un toque dulce muy goloso que acompañado con el queso de cebreiro cremoso crea la combinación perfecta. A destacar la presencia del maíz tostado como toque divertido de la elaboración ya que me transportaba por momentos a las tardes adolescentes picoteando bolsas de “maicitos” en cualquier banco del parque.
Calabacín fue el segundo plato en llegar. “Espaguetis verdes en un pesto de hierbas, anacardos, tomates enanos curados y queso parmesano”. Una propuesta fresquita y sútil, muy suave en sabor y textura extremadamente fina y delicada en el paladar.
Huevo fue, sin duda, el plato que se llevó el diez de toda la mesa. Tras leer la descripción ya apuntaba maneras para convertirse en el gran protagonista de la noche. “Frito de otra manera. Salteado de setas de temporada y bechamel ligera de trufa.” Romperlo y descubrir la yema en el punto de fluidez perfecto fue uno de los momentos más decisivos de la noche. Tengo que destacar que en este plato no faltó el pan, porque mojar pan en una yema de huevo en su punto perfecto es uno de los mayores placeres de la vida.
Remolacha y Coliflor fueron las dos últimas propuestas culinarias saladas que llegaron a la mesa. Remolacha, un plato bonito con el color burdeos como protagonista y una apuesta innovadora de la lenteja caviar. Un plato frío con un ligero “picorcillo” muy agradecido. Coliflor fue un viaje a la India sin haberla pisado nunca. Dulce pero picante, la salsa que cubría la coliflor convertía, a una de las verduras menos aclamadas, en simplemente deliciosa.
Conocido por todos es que el hueco del postre es independiente del estómago y, como no podía ser de otra manera, la experiencia merecía un broche final dulce. Dos postres elegidos desde prácticamente antes de sentarnos a la mesa: Tarta de queso y Tarta de zanahoria. El tercero otra recomendación brillante de la casa: Tarta de manzana. Tres postres indescriptibles de los cuáles no quiero revelar sorpresas. Solo diré que aunque el de manzana, sea quizás el que más desapercibido pase dentro de la carta de postres, se llevó, por mucho, mi estrella.
En referencia a las raciones eran la cantidad perfecta para disfrutar de degustar todos los platos sin sensación de quedarte con hambre o, de lo contrario, tener que desabrochar el botón del pantalón.