Los carbohidratos son uno de los macronutrientes fundamentales para el organismo. Su función general es brindar energía, promover el crecimiento, reparar y construir estructuras orgánicas y regular procesos metabólicos.
En general, los carbohidratos complejos se digieren más lentamente, tienen menos efecto sobre la glucosa en la sangre que los carbohidratos refinados y también aportan fibra.
Los carbohidratos refinados, como el azúcar o la harina blanca, a menudo se agregan a los alimentos procesados. Los ejemplos de alimentos con carbohidratos refinados son panes y fideos de harina blanca, galletas, pasteles (tortas), dulces (golosinas), así como refrescos y bebidas con azúcar.
El cuerpo usa los carbohidratos como principal fuente de energía. Durante la digestión, los carbohidratos complejos se descomponen en azúcares simples, también llamadas glucosa, y se liberan en la sangre. Esto se denomina glucosa en la sangre.
La insulina se libera para ayudar a que la glucosa ingrese a las células del cuerpo, para poder utilizarla como energía. El exceso de glucosa se almacena en el hígado y en los músculos, y parte de ella se transforma en grasa corporal.
Una reducción grande y repentina de los carbohidratos puede producir efectos secundarios a corto plazo, por ejemplo:
· Estreñimiento.
· Dolor de cabeza.
· Calambres musculares.
Una fuerte restricción de carbohidratos puede hacer que el cuerpo descomponga las grasas en cetonas para obtener energía (cetosis). La cetosis puede causar efectos secundarios como mal aliento, dolor de cabeza, fatiga y debilidad. Si limitas los carbohidratos a largo plazo, es posible que consumas muy pocas vitaminas y minerales, y tengas problemas digestivos.