Los productos congelados son otra de las grandes dudas que existen a la hora de plantearnos una alimentación saludable. Es cierto que nada supera al producto fresco, de calidad y de proximidad que venden en muchos establecimientos bajo la etiqueta de ecológico. Sin embargo, la industria también nos ofrece productos congelados que son una muy buena alternativa para saltarnos algunos pasos a la hora de elaborar nuestros platos de comida.
No es lo mismo un producto procesado para mejorar sus condiciones nutricionales que un producto ultraprocesado.
Me refiero a los productos congelados, no aquellos que vienen rebozados y prefritos en infinitos aceites vegetales, sino a aquellos productos frescos que se han sometido a la ultracongelación para ampliar su fecha de conservación. Es el caso de las verduras que encontramos en bolsa el los congeladores de las grandes superficies: brócoli, cebolla, acelgas, espinacas, pimientos, judías... aliadas perfectas para añadir a nuestro plato esa parte verde que tanto color y cantidad nos aporta.
El "realfooding" nos han hecho mirar a ciertos productos procesados desde la barrera. Sin embargo, no es lo mismo hablar de un producto que ha sido procesado para mejorar sus cualidades nutricionales que uno al que se le haya empeorado su calidad nutricional.
Muchos estudios han demostrado a lo largo de los años que las verduras congeladas apenas modifican sus cualidades nutricionales. Éstos estudios basan sus resultados en la compraración de los productos frescos con los congelados. Ambos tipos de productos presentan los mismos micronutrientes, es decir, vitaminas y minerales. De hecho, en algunos casos se ha llegado a observar que éstos productos frescos pero congelado pueden ser incluso más nutritivas que las frescas. Debemos de tener en cuenta que los productos destinados a conservar mediante el proceso de ultracongelación son seleccionados y procesados en sus mejores condiciones.
El brócoli destaca por su contenido en potasio y hierro, pero también presenta cantidades significativas de calcio, magnesio, zinc y yodo. Es interesante afirmar que su versión congelada tiene más riboflavina (vitamina B) que la fresca. Otro caso donde observamos esta pequeña diferencia es en las judías verdes. Las judías verdes sometidas a bajas temperaturas aportan más vitamina C. Por el contrario, los guisantes ganan micronutrientes si priorizamos su consumo en fresco.
Pero estos productos no solo son interesantes por sus aporte nutricionales, también lo son como una forma práctica de luchar contra el desperdicio de comida porque lo que no se consume se puede guardar en el congelador.
Es probable que con toda esta información, a muchos se les haya creado la duda de si es mejor comprar la verdura fresca y congelarla en casa o comprarla ya congelada. Lo cierto, es que la mejor de las alternativas es la segunda ya que los congeladores domésticos tardan más en congelar los productos y cuanto más tiempo se tarda más propiedades nutricionales pierden las verduras.
De todas formas, si te queda alguna duda sobre si un producto es realmente saludable o no fíjate en su etiqueta para asegurarte de que se trata de una buena opción y recuerda, siempre va a ser mejor consumir verduras en cualquiera de los diferentes formatos que nos ofrece la industria que no consumirlas.