Aunque muchos alimentos necesitan ser cocinado para que nuestro organismo puedan digerirlos de forma sencilla, muchos otros alimentos no lo necesitan. Por ejemplo, las frutas, los frutos secos, las semillas y la gran mayoría de las hortalizas son alimentos que deberíamos consumir crudos para conservar sus propiedades originales.
La Organización Mundial de la Salud aconsejan incluir, como mínimo, una porción diaria de alimentos crudos, como dos o tres piezas enteras de fruta y tres raciones de hortalizas.
La forma más sencilla de hacerlo:
- Incluye fruta en tus desayunos y meriendas.
- Prepárate una buena ensalada en cada comida con: lechuga, tomate, cebolla, frutos secos, pimientos...
- La Organización Mundial de la Salud aconsejan incluir, como mínimo, una porción diaria de alimentos crudos.