La melatonina, también conocida como la hormona de sueño, es producida en nuestro cerebro, específicamente en la glándula pineal y alcanza su pico más alto de producción durante la noche debido a la falta de luz, aunque se produce también de manera constante durante todo el día.
Aunque esta glándula ejerce diversas funciones en nuestro organismo, su función principal es la de regular el ciclo del sueño y la vigilia, esto lo logra mediante la transformación de la serotonina en melatonina. La melatonina es sintetizada a partir de un aminoácido conocido como triptófano. Es un potente antioxidante que ayuda a proteger el cuerpo de los daños causados por los radicales libres y es también un potente antiinflamatorio.
Se ha descubierto una relación entre esta hormona y el nivel de apetito de las personas, ayudando a regular la sensación de saciedad al comer. Los niveles más altos de melatonina, actúan directamente sobre una región cerebral llamada hipotálamo, e inhiben el apetito. Esta hormona tiene la capacidad de disminuir la cantidad de tejido adiposo acumulado en los tejidos.
De modo indirecto, la disminución de la melatonina desregula la producción y la acción de la hormona insulina y reduce la producción de leptina en el tejido adiposo; estas son dos hormonas que también actúan sobre el hipotálamo inhibiendo el hambre. Con niveles bajos de melatonina se gasta menos energía, el cuerpo produce más grelina, una hormona que estimula el hambre.
La melatonina se encuentra en pequeñas cantidades en alimentos como el hinojo, las almendras, los cereales, las pipas de girasol, el cilantro, los plátanos, las bayas de Goji, las cerezas, la cebolla, el tomate y carnes de pollo y pavo. Los lácteos también son fuente excelente de melatonina.